Desde la belleza medieval de Vilna hasta los tranquilos bosques y dunas de arena de la Costa del Ámbar, Lituania es un destino ideal para quienes buscan combinar exploración, cultura y relajación en un solo viaje.
Vilna, la capital de Lituania, es famosa por su casco antiguo, considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pasea por sus calles adoquinadas, explora iglesias barrocas como la de San Pedro y San Pablo, y admira la singularidad del barrio de Užupis, una comunidad artística que se ha declarado "república independiente". Vilna es un destino que combina historia, arte y modernidad en un solo lugar.
Lituania ofrece algunos de los paisajes naturales más tranquilos y puros de Europa. El Istmo de Curlandia, una franja de tierra entre el Mar Báltico y la Laguna de Curlandia, es famoso por sus dunas móviles y playas vírgenes. Además, los bosques y lagos de Aukštaitija son perfectos para actividades al aire libre como senderismo, kayak y observación de fauna.
Lituania es el último país de Europa en adoptar el cristianismo, lo que ha permitido que muchas de sus tradiciones paganas sobrevivan hasta hoy. Sus festivales folclóricos están llenos de música, danza y rituales únicos. Además, la tradición de las cruces talladas, como se ve en la famosa Colina de las Cruces, es un reflejo de la espiritualidad y la resistencia del pueblo lituano.
Lituania es un destino ideal para quienes buscan combinar exploración, cultura y relajación en un solo viaje.
No, los ciudadanos españoles no necesitan visado para viajar a Lituania, ya que ambos países pertenecen a la Unión Europea y al Espacio Schengen. Solo necesitas llevar tu DNI o pasaporte en vigor.
El idioma oficial de Lituania es el lituano, pero en las principales ciudades, como Vilna, y en los lugares turísticos, muchas personas hablan inglés, especialmente en hoteles, restaurantes y atracciones turísticas. No tendrás problemas para comunicarte durante tu visita.
Lituania es un destino relativamente asequible en comparación con otros países europeos. Desde alojamientos cómodos hasta restaurantes locales, encontrarás opciones para diferentes presupuestos. Además, muchas actividades al aire libre, como visitar la Colina de las Cruces o explorar los parques nacionales, tienen precios muy accesibles o son gratuitas.
Los platos suelen ser contundentes y reconfortantes, perfectos para los inviernos fríos. El cepelinai, una especie de albóndiga de patata rellena de carne o queso, es el plato nacional y un imprescindible en tu visita. También destacan las sopas como el šaltibarščiai, una vibrante sopa fría de remolacha ideal para el verano. Para los más golosos, los postres como el šakotis, un pastel tradicional en forma de árbol, son una auténtica delicia.
ste sitio sagrado está cubierto con miles de cruces dejadas por peregrinos como símbolo de fe, resistencia y esperanza. Aunque fue destruido varias veces durante el periodo soviético, los lituanos lo reconstruyeron continuamente, convirtiéndolo en un poderoso símbolo de identidad nacional. Hoy en día, es un lugar de peregrinación y una experiencia conmovedora para los visitantes.
En 1990, fue el primer país de los Estados Bálticos en declarar su independencia de la Unión Soviética, marcando el inicio de un cambio histórico en Europa. Un ejemplo conmovedor de esta lucha es la "Cadena Báltica", una protesta pacífica en la que millones de personas formaron una cadena humana desde Vilna hasta Tallin en 1989. Explorar su historia en museos como el Museo de las Víctimas del Genocidio en Vilna es una forma única de comprender la fortaleza y el espíritu del pueblo lituano
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